viernes, 28 de septiembre de 2012

Sin (casi) palabras: días de calle y parque

Hasta esta misma tarde hemos estado saliendo a la calle cada día, mañana y tarde. Leo en la calle es otro, más tranquilo, más relajado, más entretenido... Por las mañanas solemos quedar con una amiguita que tampoco va a la guarde (bueno, ella va por la tarde); por las tardes en familia, con más amigos... Lo que se tercie.



Juega con la arena, se la echa en los pies, observa cómo cae...






 Le encantan las piedras; cogerlas, tirarlas, juntarlas...

 Le gustan mucho los columpios, aunque también pasear, ver perritos, aviones en el cielo...




Su juguete favorito es la pelota, así que muchas veces jugamos a correr detrás de ella, pasárnosla con el pie, tirarla con la mano... Se parte de risa intentando quitárnosla y juega con sus abuelos mucho a eso. Otra cosa que le encanta es esto:

Éste se lo "quitó" a una niña en el parque. Cada vez que ve uno se vuelve loco, y ya si va con bebé dentro es el no va más. ¡Para su cumple caerá uno!












Podría poner más y más fotos, ¡qué vicio! Me temo que en unos cuantos días tendré más material de interior que de exterior... Aunque tengo claro que no vamos a dejar de salir a la calle. Además, le gusta la lluvia, así que... ¡habrá que abrigarse y coger el paragüas!


miércoles, 26 de septiembre de 2012

Paciencia...

Seguimos imbuídos en nuestro papel de padres preocupados. Leo está en plena adolescencia, la de los dos años. Es triste pensar continuamente que tu hijo es un fastidio, no me gusta estar así y no me gusta ver a mi pareja así.

El mayor problema ahora mismo creo que es que nos pega. Nos pega, nos muerde, nos araña... Esta tarde su padre le ha cogido en brazos y él ha aprovechado para morderle bien fuerte en el hombro. De la que el papi gritaba y le apartaba, Leo le arañaba la cara. Esto ha sido después de estar en la calle tranquilísimo, pero es entrar en casa y se vuelve loco. Se ha puesto a tocar la cadena de música y el DVD, apretando los botones con su dedito. Sabe que no queremos que haga eso y le hemos regañado. Como no hace ni caso, al final he optado por trasladarle yo al otro lado del salón e impedirle el paso sentándome en mi pelota de pilates. Parecía que no le había importado, se ha puesto a tirar sus juguetes por el suelo (no cabreado, sino como si jugara a cualquier otra cosa, es su pasatiempo favorito) y después ha sido cuando su padre le ha cogido en brazos para cambiarle. No es que no quisiera ir con él, no se ha resistido... Siempre es así, de repente pega. Y te dice que es que quiere pegarte, y tú le dices si quiere que mamá esté triste y te dice que sí. Es genial mi niño, eh?

No sé si no entiende el concepto de “no”, no sé si le estamos pidiendo mucho para la edad que tiene (23 meses). Parece que lo entiende todo, y eso que apenas habla, pero cuando le decimos que no haga algo... es como si su cerebro no lo procesara. De hecho, él asiente, nos dice que sí... ¡joder es que parece que nos escucha atentamente! Y dos segundos después... vuelve a tirar la comida al suelo desde la trona, por ejemplo. Ya no sé si le pasa algo, si esto es normal o no, si debería al menos “hacer caso” en algo o algunas veces...

Y como os decía, estoy harta de tener este sentimiento presente siempre. Vuelvo a pensar en ir a la pediatra y contárselo todo, lo mejor que me podría pasar es que se riera de mí en mi cara, ¿no? Lo malo es que no termino de confiar en mi pediatra...

Ah, también chilla. Mucho. Muchísimo. Lo hace cuando le regañamos, en plan: “no quiero escucharte”.

Y me da rabia porque es un bebé maravilloso. Porque sé que es muy especial. Porque es inteligente, mimoso, cada día más risueño... Porque en cuanto te dedicas a él se vuelve el niño más dispuesto y complaciente (bueeeno, o casi el que más). Sé que nos necesita mucho y nos lo demuestra cada día. Va haciendo avances a su ritmo, poco a poco, en el habla, con la comida, corriendo, saltando, subiéndose a los columpios... Poco a poco empieza a relacionarse más con la gente, tanto adultos como niños. Cuando su padre o yo estamos fuera un rato y volvemos a casa (o viceversa), viene corriendo a abrazarnos gritando mamá o papá, emocionado.

Es un niño estupendo con un genio incipiente que nos va a dar a todos más de un disgusto. Al menos es lo que parece ahora, quién sabe dentro de un año...

Pero lo mejor de todo es que esto no para. Cuando pienso que dentro de un año estará empezando el cole me muero de miedo, pero a la vez me alegro porque sé que Leo seguirá creciendo, aprendiendo, sintiendo y viviendo cada vez más cosas, y nosotros con él. Sé que quiero acompañarle por muy difícil que sea hacerlo, y sé que me va a hacer inmensamente feliz. Es increíble comprobar que no me rindo, yo que soy la persona con menos fuerza de voluntad del mundo, yo que lo dejo todo a medias, yo que si algo se tuerce y veo que me va a complicar la vida, lo dejo atrás y cambio de tercio... ¡Pues no me rindo y no me cuesta no rendirme! Esto no es otra cosa que amor. Lo reconozco bien porque lo llevo experimentando 19 años con mi chico... Con él tampoco me rindo (ni él conmigo), y por eso tenemos la historia de amor más hermosa del mundo.

Creí que nunca viviría nada igual, y voy por el camino de empezarlo por tercera vez con mi niña.

Qué pasada.

miércoles, 19 de septiembre de 2012

22 semanas. Ambivalencia

Estar embarazada y tener un pequeño de 23 meses está siendo agotador para mí. Sobretodo teniendo en cuenta cómo es Leo. Leo es especial (como todos los niños, ¿verdad?), es muy sensible, es encantador y le adoro. Tiene la piel suave y estaría acariciándole y besándole todo el día (si se dejara). Corre, se ríe, le chifla jugar a la pelota, es inteligente, te escucha y te entiende (cuando quiere) y poquito a poco está dejando de ser un bebé. Es dulce y precioso. 

Y también, creo, muy muy demandante, cabezota como él solo, inconformista (por no decir un poco caprichoso) e incansable. 

Seguimos con las rabietas. Sigue tirando la comida al suelo continuamente. No acepta un no por respuesta nunca. Llora y llora, se queja, no se rinde, por todo, cada vez más fuerte... No es fácil distraerle, no es fácil calmarle. Muerde, araña, pega, y te dice que quiere hacerlo, sin estar enfadado necesariamente. 

Y a mí se me acaba la paciencia más a menudo que antes. Supongo que no es sólo el embarazo, supongo que es la etapa que nos toca vivir. Y me paso el día de mal humor, de buen humor; de mal humor, de buen humor. Y pienso que mi hijo es maravilloso y que además es comprensivo, y que realmente nos pone las cosas fáciles muchas veces, y pienso también que es insoportable y un coñazo y que no es normal lo que hace. 

Sé que sí lo es, sé que es normal, pero también sé (intuyo, al menos) que es de los "dificilillos". Tiene carácter, mal genio, es un niño introvertido, muy apegado a sus referentes más cercanos, no es el típico "bebé explorador", no habla mucho... y supongo que todo lo que lleva dentro tiene que salir de alguna forma fuera.

Yo cambio de ánimo 20 veces al día, y al final voy improvisando mientras mi pequeñaja se mueve dentro de mí y me recuerda que ella también existe. Y es como si no pudiera pensar en ella sin pensar también en su hermano. No puedo dedicarle mis pensamientos en exclusiva porque siempre pienso en ella en relación a Leo: cómo reaccionará cuando la vea, cómo llevará los celos, cómo me apañaré con los dos, qué hará él cuando me vea darle teta... Mi niña va a venir al mundo de la mano de su hermano mayor y siento que ni siquiera es una personita independiente, existe en relación a Leo.

Sé que esto cambiará cuando la vea, cuando por fin la tenga en mis brazos. Pero ahora es así como me siento. Es un embarazo tan diferente al primero que aún ni lo asimilo, me da la sensación de que se me escapa de entre mis manos sin haberlo tenido nunca. Es otra la que está embaraza, yo voy a tener una niña.

Me ayudaría que tuviera nombre ya. Estamos en ello. 

Luego están las hormonas, que definitivamente se han instalado del todo. Estoy sensible hasta la médula y supongo que en gran parte son ellas las que escriben esto. En fin. Soy inmensamente feliz cuando pienso en mis dos hijos y me dan ganas de llorar en cuanto asoman los "terribles dos" a la hora de la cena, del parque o de irse a dormir. 

Tampoco ayuda que sigo sintiéndome muy cansada. Mi niño me reclama todo el rato, no juega solo aún y tampoco se entretiene con cualquier cosa aunque esté yo con él. ¡Y no puedo seguir su ritmo! Para esto sí me siento embarazada... Mierda.

Y así vamos desde hace unas semanas. El padre haciendo lo que puede también, y animándonos y apoyándonos mutuamente.

Eso sí, cuando veo a mi pequeño reirse, sonreir, venir corriendo a abrazarme, divertirse, asombrarse, parlotear... En esos momentos me lo comería y sé que no cambiaría nada, nada de lo que nos está pasando desde hace más de dos años ya.

Seguiremos informando. ;-)

Por cierto, la hermanita está perfecta, la eco de las 20 semanas correcta y sin nada que destacar. Allí terminaron de confirmarnos que era una niña.

jueves, 6 de septiembre de 2012

Y seguimos repartiendo premios...

Sólo a mí se me ocurre empezar a escribir un post a la 1 de la madrugada. ¿Qué apostáis a que no puedo terminarlo? Os doy una pista: Leo no ha dormido del tirón en sus 22 meses de vida.

El caso es que hace poco me han dado 2 premios más. ¡Mi blog tiene menos de dos meses de vida y ya tengo 4 premios! Estoy comprobando que esto de los premios blogueros es todo un vicio, ¿eeeh?

Os digo el primero: Liebster Blog.


¿Pero no es el mismo que el Liebster Award? Pues no, éste es más autóctono, parece. Me lo regala Mamamusu desde su blog. No lo conocía y me encanta que ella se haya fijado en mí. Sé que hay que pasarlo a 5 blogs, lo que no tengo muy claro es si tienen que tener menos de 200 seguidores, supongo que sí. A mí me da que este premio lo tiene todo quisqui, y yo lo que tengo últimamente es muy poco tiempo, así que lo voy a dejar en 1 blog, de los últimos que he descubierto: Creciendo con Emma. Poco os puedo decir excepto que he leído algunas entradas y me ha caído muy bien, así que me la apunto para seguirla. Por cierto, en la última propone algo muy muy interesante para las mamás de Madrid...

El segundo es, atención: Por anteponer la diversión a la competitividad. Por tu naturalidad. ¡Gracias!


¡Toma ya! No tengo palabras, estos premios blogueros son la leche, ¡jajaja! Me lo regala Lo que nadie me dijo, un blog que me encanta y que he descubierto hace poco gracias a otra cadena de premios anterior. Éste hay que pasarlo a 10 blogs con menos de 200 seguidores.

10 blogs son demasiados para mí. No quiero entregarlos a ciegas ni tampoco a los que ya tengan este premio, así que me permito la licencia de quitarle el cero al diez y dejarlo en... ¡de nuevo 1 solo blog!

Y elijo el blog de Un saltamontes en mi cama, porque me encanta, tanto en su forma como en su contenido. Está lleno de buenísimas ideas para divertirse con los peques y desde luego desprende naturalidad, así que le va perfecto. (Y creo que no lo tiene).

Sólo añadir que me ha dado tiempo a escribir la entrada completa, ahora queda publicarla con los enlaces correspondientes. Dejaremos para mañana lo de avisar a las premiadas. ¡Besos!