Este embarazo está
siendo muy diferente al primero. En el primero te preocupas por todo,
en el mal sentido de la palabra y en el bueno. Yo miraba en distintas
webs el desarrollo del feto en cada semana, contemplaba mi barriga,
soñaba despierta, y pensaba en ello constantemente. Ahora, con un
niño hiperdemandante de 21 meses, ya imaginaréis... Además, estoy
en paro, con lo cual no puedo “relajarme” en la oficina mientras
pienso en mi bichito, ni puedo mirar esas webs a escondidas o en un
ratillo de poco curro, jeje. En casa Leo me reclama constantemente y
para colmo es ver el portátil y pedir vídeos de canciones
insistentemente.
En resumen, que no me
acuerdo ya de cuánto mide el feto en la semana 15, de si es lentejita,
garbancito o judía. No sé cómo de formados tiene los órganos, si
mea o no mea, si se chupa el dedo o aún no... Como jamón serrano
sin remordimientos de conciencia a pesar de no haber pasado la
toxoplasmosis; de hecho como lo que me apetece en cada momento, y
esto sí está mal, porque sólo me apetecen guarrerías y nunca
fruta. En el primer embarazo me forcé a comer al menos un par de
piezas diarias. Para nada pienso en el bichito a cada momento, pienso
mucho más en mi hijo “mayor” (oohhh... ¿¿¿mayor??? ¡Ya lo
dije!) y estoy mucho menos “soñadora”, aunque tengo que
reconocer que empiezo a pensar ya en cuando pueda notarle a través
de mi barriga, e incluso en el parto.
Y así se ha ido pasando
el primer trimestre, sin náuseas ni mareos como en el primero, sin
perder peso de lo poco que comía, sin ascos, sin esos horribles
dolores de los ligamentos del útero que me llevaron a hacerme una
eco por lo privado en la semana 11, acojonada... Pero eso sí, con la
sombra de la diabetes presente, una curva corta y una larga ya hechas
(la larga hoy mismo) y sobretodo el maldito resultado del triple
screening. Por una razón u otra, mis embarazos nunca son tranquilos.
Mis hormonas están un pelín menos revolucionadas (creo), aunque no
van mal tampoco.
Lo mejor es que se me ha
pasado el cansancio extremo, ése que también tuve en mi otro
embarazo y que también desapareció al entrar en el segundo
trimestre. ¡Menos mal! Como contrapartida, la ciática está
asomando la patita ya, y miedo me da, porque no sé cómo voy a estar
cuando tenga barriga de verdad.
Pero me alegro de haber
sobrepasado estas primeras 14 semanas, de haber esquivado al
cansancio (relativamente) y de estar bastante optimista.
Mañana tengo ecografía
en el hospital, previa a una posible amniocentesis en la semana 16.
Ya os contaré, pero estoy tranquila (¡de momento!) y convencida de
que no voy a hacerme la amnio. Seguramente me darán también los resultados de la curva larga de glucosa, así que sabré si oficialmente paso a tener una vez más diabetes gestacional. Y quién sabe, quizá nos digan el
sexo... ¡Ójala!