viernes, 30 de agosto de 2013

Siete y medio: apuntes de Nora

Lo último que contaba de Nora era a la carrera, hace un mes. En estas últimas semanas ha avanzado en su “pregateo”. Se sienta solita aunque a veces pierde el equilibrio y algún coscorrón se ha dado, pero le gusta mucho estar así, sentada con sus juguetes, alargando las manos hacia cualquier cosa, intentando desplazarse. Ya lo hace, de hecho, pero sólo hacia atrás arrastrando el culete. Cuando se pone en posición de gatear e intenta hacerlo hacia delante se le queda una piernecita enganchada, exactamente igual que le pasaba a Leo. ¡Creo que cuando solucione ese obstáculo la tendremos desplazándose por toda la casa!

Hace poco pasó su primer catarro, nada importante, ¡pero se puso con 39 de fiebre en medio de la ola de calor!

Duerme un poquito mejor, menos despertares, aunque sigo sin tenerlo claro por el colecho (¡bendito colecho!). De momento los horarios con su hermano mayor cuadran, y mientras yo la duermo a ella el papi le duerme a él.

Coge cosas con la mano con facilidad y se las lleva a la boca (ya chupetea el pan, que hasta hace poco no le interesaba nada). También se las pasa de una mano a otra. Ha aprendido a tirarlas y le gusta bastante.

Sigue siendo muy alegre, sobretodo cuando ve a su hermano hacer algo: hablar, correr... lo que sea. Se descojona.

No come casi nada, unas pocas mini-cucharadas de copos de avena por las mañanas y algo de guarreo en la comida (brécol, algo de fruta, fideos, zanahoria, patata...). El puré no le va mucho. Le sigue los pasos a Leo en esto, está claro que yo fabrico niños que no duermen y no comen. Pero es una gozada estar con ella, verla sonreir, acariciar a su hermano, hacerla reir...

Leo interactúa con ella cada vez más y ella se adapta a todo. Tiene sus momentos, claro, pero en general nos da mucha tregua. Eso sí, ya sabe cómo pedir ciertas cosas, y si por ejemplo quiere estar con mamá y mamá se va de la habitación, se pone a llorar inmediatamente. ¡Y en cuanto aparezco, me dedica a mejor de sus sonrisas!

Os dejo unas fotos de la gordita. ¡Que tengáis buen finde!


viernes, 23 de agosto de 2013

La verdad sobre la maternidad

Sobre MI maternidad, por supuesto.

La verdad es que he aprendido a no juzgar a otras madres, aunque al principio sí lo hacía. Pero la verdad es también que sigo torciendo el gesto en modo irónico cuando escucho “no, nos vamos solos, el nene se queda con los abuelos que se lo pasa mejor”, o cuando me cuentan que una madre reciente, con un bebé de apenas un mes, le ha dejado con el papá y se ha ido a pasar el día a la playa después de sacarse leche. No me parece mal, es sólo que a mí no me sale hacerlo. No descarto que sea pura envidia.

La verdad sobre mi maternidad es que me entra como un desasosiego cuando dejo a mis hijos con otras personas. Pero la verdad es también que lo necesito y que me alegro infinito de tener los abuelos que tengo.

La verdad es que me muero por un gin tonic y por salir una noche, pero la verdad es también que áun no quiero hacerlo, así de simple y así de complejo.

La verdad sobre mi maternidad es que no siempre estoy contenta, no soy una super madre, grito mucho (yo necesitaría una montaña de rinocerontes naranjas), y no sólo eso, castigo y algún manotazo ha caído. No me siento orgullosa pero tampoco me flagelo... o al menos lo intento. La verdad es que por ejemplo no puedo decir que mi hijo mayor adore a su hermana (tampoco es que la odie) y tampoco puedo decir que siento una felicidad plena cuando miro a mis hijos (a veces sí, pero otras veces pienso: ¡cuándo te entretendrás solo un ratito, hijodemivida!).

La verdad es que mi maternidad, desde que ha nacido mi segunda hija, está siendo difícil, muy dificil. La verdad es que me siento desbordada muchas veces, agotada y llena de dudas que hace un año y medio no tenía. Me he dado de bruces con la fealdad, el aburrimiento, el descontrol y el caos, el miedo y la desesperación. Sí, suena muy melodramático, pero así es.

Quizá mi hijo no es como los demás, o quizá no soy yo como las demás, o quizá son las dos cosas o ninguna. Pero la verdad es que da igual, porque sea lo que sea y sea como sea, hay que seguir hacia delante, y lo mejor es hacerlo con calma, alegría y paciencia. Mucho de todo. Mucho muchísimo.

La verdad sobre mi maternidad es que no es como la cuentan en los blogs de maternidad, o a lo mejor es que a mí me sale contar las cosas malas. Pero la verdad es que tengo siempre muchas cosas malas que contar. Qué se le va a hacer, mi maternidad es así.

La verdad sobre mi maternidad es que es compleja, actualmente me confunde y me sobrepasa, pero también me encandila. Vivo y me desvivo por ella.

La verdad es que sí, a veces mis días son una mierda, a veces mi hijo me desquicia. Pero no, no cambio nada, aquí llega el puntito rosa pastel y la verdad es que me siento hasta orgullosa de haber estado y estar con ellos como lo he estado y estoy; no cambio ni un segundo del tiempo que he pasado con ellos...

¡...Todavía, jajaja!

Feliz maternidad. 

miércoles, 21 de agosto de 2013

Del pañal y otros demonios

Hoy le hemos quitado el pañal a Leo sin estar para nada preparado. Así de claro lo digo. Llevamos desde julio más o menos con el rollo el water, el orinal, hacerlo así y asá, sentarse aquí o acá, y que mayor eres y bla bla bla. Nada. Los tres primeros días le hizo un poco de gracia y alguna caca y algún pis hizo en el water, luego decidió que eso no iba con él. Jamás le ha molestado llevar pañal ni ha mostrado ningún interés especial por hacerlo “como papá y mamá”.

Nosotros le preguntábamos cada día si quería sentarse, pero no quería. Intentamos establecer rutinas, al menos una o dos veces al día a horas fijas. Que no. Mi hijo es muy cabezón y si es que no es que no. Y le da igual todo, él chillará y llorará y le dará igual todo lo que le digas y todas las pegatinas con las que le premies y chorradas similares.

Así que hemos llegado al día de hoy, 20 de agosto, y en vista de que el colegio empieza el 9 de septiembre, hemos decidido quitárselo a las bravas, a sus dos años y casi diez meses. Y a ver qué pasa.

Lo que ha pasado han sido 10 calzoncillos en apenas 6 horas. Y por supuesto no ha querido sentarse ni una vez en el water, excepto una que aún no acabo de encajar en esta historia.

Y me da rabia, me da rabia tener que estar liados con este tema cuando tenemos otros a mi parecer mucho más importantes, como por ejemplo cómo gestionar sus rabietas, sus crisis histéricas, su cabezonería extrema, lo de no querer ir andando a ningún sitio (sólo en la silla o en brazos), lo de pegar, lo de insultar, los celos, su timidez...

Su padre y yo nos desvivimos cada día para que Leo sea un niño feliz, para que siga desarrollándose de forma sana. Cada día es una lucha contra sus “terribles dos” ¡y coño, que estamos muy liados para estar fregando pises! ¿Qué más da esperar unos meses más que menos?

Pues no, parece que el cole sabe mucho más de mi hijo que yo, y manda mucho más en mi hijo que yo.

Estoy convencida de que Leo empeará el colegio sin controlar esfínteres. A ver qué nos dicen, a ver si nos ayudan. Eso espero. No quiero que tenga que ir sin pañal y que esté mojado todo el día, aunque le cambien.

Me preocupa mucho también que sus compañeros se rían de él por llevar pañal o por hacérselo encima. Por desgracia esto es muy normal, les hemos metido a nuestros hijos en la cabeza que hacerse pis es de “bebés” y que a esa edad ya eres mayor y es motivo de burla no controlarlo. Y no quiero que se sienta diferente, peor que los demás. Parece mentira que hablemos de niños de tres años.

Es muy triste que los débiles siempre sean los perjudicados por el sistema, cuando debería ser al revés.