...Y allí estaba yo, medio
a oscuras, aguantando las contracciones... no sé durante cuánto
tiempo. La matrona iba y venía (después supe que estaban hasta
arriba de partos). A mí me dolían los riñones, y ella le trajo a
O. un cojín de semillas caliente para que me masajeara. Yo no podía
hablar así que le hacía señas cuando quería que me lo pusiera.
También le hacía señas cuando quería que se alejara. A ratos no
soportaba que me tocara. Estaba muy concentrada y muy ida a la vez,
creo que tenía los ojos cerrados casi todo el rato, miraba hacia
dentro de mí, sentía, pensaba en lo que me estaba sucediendo...
También sonreía. ¡¡Me
veía ahí, desnuda, pariendo!!... y sonreía.
Las rodillas dolían.
Llevaba mucho tiempo a cuatro patas en la cama, y no terminaba de
estar cómoda. Me bajé al suelo, pero tampoco. Pedí que bajaran la
altura de cama. Estaba cansada, pero sólo porque me dolían las
rodillas; necesitaba apoyarlas, pero me dolían! Pensé en sentarme
un poco, pero no soportaba apoyar el culo...
O. masajeaba, yo le hacía
gestos bruscos y le hablaba con órdenes y gruñidos:
-Camisón!! -Qué?
-Camisón!!! (probablemente la primera vez no había pronunciado ni
una sílaba bien).
-Grfgkfd!! -Qué??
-(gesto con la mano) -Qué???? -Fuera!!!!! (fuera camisón).
En fin, el pobre aguantó
lo suyo.
Hubo un momento en el que
empecé a sentir frío. No me cuadraba, ¿cómo podía sentir frío? Se
lo dijimos a la matrona, y resulta que se había estropeado la
calefacción!!! Fuera había tormenta, lo vi de refilón en algún
momento, y había habido algún problema. Recuerdo que Sonia dijo que
como no lo arreglaran pronto se iba a tener que llevar al bebé a
neonatos, que si hacía frío en la sala de dilatación no podría
tenerlo allí después de nacer. Yo pensé: ¡¡sí, y qué más!! Y una
vocecilla en mi subconsciente me dijo que no me preocupara de eso
ahora. Al rato se arregló, pero mientras tanto me pusieron una manta
encima, y allí estaba yo, a cuatro patas encima de la cama, desnuda
y con una manta encima... Pensé que era un poco surrealista. Creo
que ese fue el momento álgido de mi “ponme el camisón, quítame
el camisón, ponme la bata, quítame la manta”. El pobre O. ya no
sabía lo que era la bata, dónde estaba el camisón... y cogía lo
primero que pillaba y me lo ponía por encima porque yo le gruñía y
me impacientaba.
Poco a poco fui dilatando
los 2 cm. que me quedaban, creo que tardé más en hacer esos 2 que
en los 8 anteriores, no sé por qué, porque yo en teoría estaba
relajada, agusto... Después, pensando en ello, creo que no llegué
a encontrar la postura idónea, lo del dolor de rodillas me mató,
quizá un colchón en el suelo y cojines hubiera sido la solución,
de hecho en algún momento pensé en tirar el colchón de la cama al
suelo, pero fue un pensamiento fugaz, y como tal se fue y no volví a
pensar en ello. Mi pelota de pilates se quedó en el coche, no sé si
me hubiera ayudado, aunque no creo, el culo no lo podía plantar en
ningún lado. Entre contracción y contracción me relajaba, y
esperaba a la siguiente...
Recuerdo que Sonia me
hacía tactos de vez en cuando. En ningún momento noté dolor o
incomodidad, y en uno de ellos creo que me dijo que estaba en
completa y que podía empujar cuando quisiera. Y en algún momento
empecé a empujar. Ella me animaba, me decía que lo hacía muy bien,
y yo llamaba a Leo entre sonrisas. Ella me decía: ¡vamos, empuja a
tu bebé! Me gustaba como sonaba “tu bebé”.
Estuvimos mucho rato. 3
horas, me dijo luego. Así que calculo que empecé a empujar sobre
las 16 h. En algún momento rompí la bolsa, a cuatro patas, cómo
no, y noté mucho líquido caliente y lo vi oscuro... pero no sabía
si era por la penumbra. ¡Llama a la matrona, llámala! Ella vino y me
cambió, y cambió las sábanas, y me dijo que ahora las
contraccíones a lo mejor me dolían más. Cojonudo, pensé. Pero no
fue así.
Yo empujaba...
empujaba... Y Sonia vino y me dijo:
-R., llevas 2 horas
empujando. Normalmente cuando pasa ese tiempo en este hospital entran
los ginecólogos, y se convierte en parto instrumental. Pero la
ginecóloga que está de guardia es muy maja, la he dicho que te
encuentras perfectamente, tu bebé también, y que nos dé más
margen. Dice que sí, pero tienes que darte un poco de prisa, vale?
Lo dijo como jodida, noté que no le gustaba esa situación. Yo
asentí y nos pusimos a ello. Creo que preguntó: ¿Quieres que te
ayude? Yo le dije que sí y me propuso tumbarme en la cama en una
postura concreta. Con una pierna encima del hombro de O. y
recostada, pero no en horizontal del todo. No lo recuerdo bien, pero
la hice caso y empecé a empujar. Creo que ella tenía una mano
dentro de mí. En ningún momento me importó.
Decía que el bebé
bajaba con mis pujos, eso me animaba. Se fue y yo seguí, cambié un
poco de postura, me puse de lado en la cama con una pierna encima del
arco del potro. Cuando me vio Sonia me dijo que la naturaleza era
sabia, y que me había puesto en una postura magnífica para que la
pelvis se abriera y ponérselo más fácil a Leo.
Hubo un momento en el que
me dijo si quería tocarle la cabeza, que con sólo meter los dedos
un pelín podría. Lo hice, y sí, allí estaba Leo, tan cerca ya...
En otro momento me lié
con un cable del monitor y me dijo: mira, te lo quito, total es
evidente que estás teniendo contracciones, no hace falta. Te dejo el
que vigila al bebé.
Hacia el final yo estaba
bastante cansada. Sobretodo por el dolor de rodillas. Empecé a
perder la ilusión, la emoción, y me di cuenta de que tenía que
desviar conscientemente pensamientos negativos de mi mente. ¿Por qué
no salía? Oí gritos en alguna otra sala, una mamá rugiendo, y al
poco rato un bebé llorando... Mierda. Y yo aún así.
En algún momento del
expulsivo Sonia me dijo que tenía la vejiga llena, que por qué no
intentaba ir al baño. Lo hice, pero no tenía ganas. Volví.
En otro momento entró y
me djo que el bebé estaba demasiado tranquilo, es decir que estaba
dormido y eso no podía ser, que teníamos que despertarlo, y me
ofreció otro vasito de leche o zumo (había bebido alguno antes), si
no me tendría que poner suero. No no, tráeme leche (o zumo, ya no
recuerdo...). Me lo bebí y funcionó, Leo se puso en marcha de
nuevo.
Y así llegamos a las
siete de la tarde. Llevaba unas tres horas de expulsivo y estaba
cansada, desanimada...
Madremiaaa!! Que emocionante! Espero poder leer en la siguiente entrada el desenlace. Acabo de conocer tu blog pero me ha gustado mucho. COn tu permiso me quedo por aquí.
ResponderEliminarGracias Duermefeliz! ;-)
Eliminar