martes, 23 de junio de 2015

Y así Nora dejó de tomar teta... (creo)


Hace ya más de un año que conté cómo Leo dejó la teta. Ahora puedo decir que Nora la ha dejado también, a sus 2 años y 5 meses, de una forma mucho menos traumática, sin llantos, sin agitación, sin culpas. Debe llevar más o menos unas 5 semanas sin tomar, exceptuando 4 ó 5 veces contadas. Pero esto es sólo el final. Empecemos por el principio.

Nora siempre ha sido un poquito menos “yonki” de la teta que su hermano. A pesar de eso, ha pedido lo que ha querido y más, ha tomado a demanda cada día y cada noche, muchas veces. Teta hasta los 6 meses de forma exclusiva y después poquito a poco admitiendo más alimentos, con el paso de los meses. Por supuesto se dormía con la teta, tomaba teta en los despertares, se calmaba en la teta... Aunque con ella he vivido la sensación de ofrecérsela y verme rechazada. Un no rotundo a su alimento y su refugio. A veces ella quería otra cosa, quizá sólo brazos, quizá sólo atención, quizá sólo desahogarse... Con Leo jamás experimenté eso.

Hacia el año y medio ya pedía teta cada 5 minutos; lo normal. Dicen que lo es, que descubren que la teta es también una forma de entretenerse, y empiezan los chupitos, las veinte mil tomas al día...

Pero yo no quería que me pasara como con Leo. No quería que el fantasma de la agitación volviera, y muy muy imperceptiblemente lo notaba cerca, a veces, un poquito sólo, pero lo suficiente como para crear una leve sombra...

Así que empecé a decirle a Nora que la teta en la calle no, en el parque no. Y bueno, a veces me hacía caso. Otras no. Pero cada vez más. Hasta ahí mi experiencia anterior me avalaba. Con Leo hice lo mismo y funcionó. Le ofrecía algo de comer, le entretenía...Y aquí se acabaron las similitudes.

Después empecé a notar que pedía menos también en casa. ¿Pero tú le das teta alguna vez? Me decía su padre. Si siempre la dices que ahora no puede ser...

Bueno, es que me funcionaba. Y yo misma pensaba: si no insiste será que no la quiere... Si se ponía insistente, le daba.

Y así llegamos a los dos años y poquito a poquito yo veía que Nora pedía mucha menos teta. Quizá le daba 2, 3 veces al día a lo sumo, y eran minitomas de 5 segundos a veces...

Y paralelamente, empecé a decirle que por la noche la teta tenía que descansar. Y le propuse darle una sola toma en la cama y luego ya dormirla con canciones y caricias. Eso fue muy fácil. Alguna noche protestó, lloró, “quiero teta, quiero teta otra vez”, pero nada dramático, nada que me hiciera replantearme nada.

¿Estaba comenzando a destetarla? Sí, supongo que sí. Sin fecha de fin, sin expectativas, simplemente probaba qué quería ella y con qué podía quedarse...

Las noches pasaron a ser de una sola toma antes de dormir, y en los despertares seguía pidiendo. Así estuvimos mucho tiempo. Pero yo cada noche le decía: “Nora, las tetas están cansadas, esta noche si te despiertas, mamá te da besos, abrazos... pero teta no, ¿vale?”. Yo le ofrecía los mismos besos y abrazos que le daba antes de dormirla, después de su única toma. Pero en los despertares no colaba, y si me pedía, yo le daba.

Y poco a poco... no sé cómo... Dejó de pedir. Sólo a veces. En algunos. Y poco a poco... empezó a despertarse menos. Muy poco a poco. Una, dos veces. A veces tres, pero las menos.

Y una noche salí, y el papá pudo dormirla. Increíble. Sin teta. Les costó, no lo voy a negar. Nora lloró un poco llamándome. Pero es una niña que se conforma si le explicas las cosas (bueno, esto está cambiando un poco ahora... ains). Y después hemos repetido la experiencia, y ha mejorado. Sin llantos, que es lo importante.

También empecé a decirle que si quería podíamos dejar la teta, la única toma de antes de dormir, y cambiarla por abrazos directamente. Y a veces me hacía caso, aunque casi nunca. Y a veces se le olvidaba pedirla. Y yo alucinaba. Creo que ahí empezaron nuestros abrazos en la cama acompañados de nuestros “te quiero muuucho” :-)

Finalmente llegó mi operación. Hace unas 5 semanas. Dormí en el hospital una noche y al volver a casa fue el padre el que siguió ocupándose de ella. Yo no podía arriesgarme a que me hiciera daño en la herida, dormíamos juntas, así que me trasladé con Leo y el papá se quedó con ella.

Y al dormir con el papá, dejó de pedir teta. Cambió su ritual. Al principio se quejó un poco, pero una vez más nada importante, y enseguida lo aceptó de buen grado. Y así llevamos desde entonces.

A veces, en los despertares, me llama llorando. Pero a veces está muy muy dormida, es como si estuviera soñando. Alguna vez lo hizo, de hecho, durmiendo yo con ella, antes de la operación. Lo de llamarme llorando estando yo a su lado.

Se va a dormir contenta con papá, se despierta muchas noches una sola vez... Y en este tiempo me ha pedido teta por el día, de repente, 4 ó 5 veces, y yo le he dado y apenas se ha enganchado. Hacía ya mucho tiempo, meses, que en la toma de por la noche no mamaba, sólo “chupaba” sin sacar leche, durante unos 3 segundos. Casi ni hacía succión, era como si me diera un beso. Es curioso, no sé por qué empezó a hacer eso. Yo le preguntaba si sacaba leche y me decía que sí, pero era imposible, ¡no le daba tiempo! Esto lo empezó a hacer al llegar a los dos años, más o menos...

Y así, poco a poco, sin darnos cuenta, lo hemos dejado. Evidentemente yo lo he incitado, lo he provocado... Pero con Leo intenté hacer también todas estas cosas y no me funcionaron. Sobre todo en todo lo que respecta a la noche, era impensable. Por eso en este proceso he flipado tantísimo.

Nora nunca ha necesitado la teta tanto como Leo. Eso lo he sabido casi desde el primer día de su vida. Qué cosas, qué diferente ha sido y también qué igual en otros aspectos.

Y ahora, por primera vez en 4 años y 8 meses, no amamanto a nadie. Y es un poco raro, pero me gusta. Porque creo que mi momento había llegado. Porque es lo que yo quería. Porque Nora lo ha aceptado sin dramas. Y ahora me queda la nostalgia, buscar fotos que no tengo con ella mamando de mi pecho (consecuencias de ser la segunda hija...), recordar, abrazarla y reírme con ella... Y me alegro de no sentirme mal, como me pasó con Leo. Me alegro tanto de que haya sido así, tan fácil y natural...

Sé que el mérito es de ella. Sus necesidades empezaron a cambiar, evolucionaron... Con mi niño, con Leo, no fue así, él se agarraba tanto a la teta, se agarró hasta el final, el pobre... y se la quité, así de claro, sin quererlo él ni un poquito. Pero es que Leo y Nora son muy distintos en algunas cosas, y esto es una buena muestra. Bueno, yo más bien diría que Leo es tan tan especial, tan diferente, que Nora no podía ser igual...

Así que mi niña ha tomado teta hasta los dos años más o menos, y los últimos meses hasta ahora, hasta sus 29, han sido una despedida, o más bien un abandono... Sin apenas darnos cuenta y sin echar nada de menos.

Gracias Nora, gracias por ponérmelo tan fácil, mi niña. No sabes cuánto te lo agradezco... Ha sido un placer alimentarte, darte mis pechos y mirarte y amarte y acogerte en mi regazo. Todo un regalo.

Te quiero.


lunes, 1 de junio de 2015

La lactancia es feminista




Dar el pecho es muy sacrificado. No puedes seguir con la teta si vas a reincorporarte al trabajo. El pecho es muy esclavo. La maternidad devuelve a las mujeres al hogar. Los que dicen que el pecho es lo mejor no piensan en las mujeres, sólo en los bebés”.

Hay quien piensa que determinados “modelos de crianza” no le hacen ningún bien a las mujeres. Que criar “con apego”, dar el pecho, cogerte una excedencia para ocuparte tú misma de tu hijo... son acciones que perjudican al feminismo, que perpetúan roles sexistas.

Creo que una mujer (y un hombre) debe tener derecho a criar a su hijo como mejor le plazca. Por desgracia, esto no es posible en esta sociedad. Como no podía ser de otra forma, el peso del patriarcado cae sobre nuestras cabezas, pero en este caso de un modo especialmente perverso, porque además de las dificultades que nos encontramos de por sí, vemos que son las mismas mujeres que luchan por la igualdad de derechos y oportunidades las que a veces nos perjudican, nos limitan y nos reducen con su discurso.

Mis tetas, mi útero, mi aparato reproductor enterito, es mío y sólo mío. Yo decido si doy el pecho, cómo, cuánto tiempo y por qué lo hago. Es algo muy personal; tanto como la decisión de tener hijos o no tenerlos; tanto como un aborto.

Yo debería tener todas las facilidades a mi alcance para ejercer mi matenidad como mejor me pareciera. Eso, por supuesto, incluye dar el pecho sin tapujos, sin salas de lactancia, sin horarios, y sin el miedo (infundado) de que poco menos que me voy a convertir en “supermaruja al ataque con rulos” (con perdón de Marujismo) y que jamás de los jamases encontraré un trabajo digno.

Primero: como mujer, y sobretodo como persona, el trabajo me la pela muchísimo. Y me hace mucha gracia que la mayor aspiración de algunas sea encontrar un super trabajo con el que poder competir con los super hombres que trabajan 12 horas al día en super oficinas. Siempre me ha parecido muy triste y muy indignante ver a esos hombres que apenas llegan para dar el beso de buenas noches a sus hijos. Que viven para trabajar. Que no saben hacer otra cosa. Que ni a tomar una triste caña salen. Que no desconectan. Ese nunca será mi modelo a seguir, y ójala no fuera el de nadie. El mundo va como va porque la ambición nos ciega.

Segundo: a un hombre nadie le pone entre la espada y la pared de esa forma tan rastrera. Bastante tenemos con ser el sexo discriminado desde el principio de los tiempos, bastante tenemos con las dificultades añadidas que tenemos en el mundo laboral, bastante tenemos con aguantar al gilipollas de turno que nos pregunta en las entrevistas de trabajo si tenemos hijos o pensamos tenerlos, como para encima ponernos piedras en nuestro propio tejado feminista y directamente recurrir a la autodiscriminación. Resulta que no puedo dar el pecho más allá de los 5 ó 6 meses, aunque quiera hacerlo; resulta que no puedo cogerme un año de excedencia, aunque quiera hacerlo... porque tiraré años de lucha feminista por la borda, porque las mujeres no nos podemos permitir ese lujo, porque es que los hombres no se cogen excedencias y es que no cuidan de sus hijos y claro daré una mala imagen feminista y el patriarcado ganará un punto en su partido y yo al entrar cada día en la cocina haré que una mujer en un lugar del mundo pierda un derecho... Debe ser que aunque no trabaje, no puedo cocinar y comer en mi casa, igual me tengo que poner un tacón, alisarme el pelo y maquillarme (muy feminista esto, claaaro. Será que tiene más glamour que hacer una tortilla de patatas...) y bajarme al bar de abajo a comerme el menú del día por 10 euros. Mejor a las 16 semanas me reincorporo a mi puesto de MIERDA donde gano un sueldo de MIERDA en pro del feminismo y la igualdad (¡JA!), aunque yo esté jodida como una perra y echando de menos a mi bebé. ¿Se puede echar de menos a un bebé siendo feminista, o no vale esto? Ah claro espera, si los hombres echan de menos a sus bebés sí, si no, no.

Pues no, esto NO ES FEMINISMO. Esto es estupidez.

Yo soy feminista, y por eso elijo. Elijo hacer lo que me sale del coño, que casualmente es mi hijo. Y elijo quedarme a cuidarlo. Y no creo que eso sea echar nada por la borda, en todo caso es dar algo de luz a una sociedad podrida por el consumismo, la productividad y el dinero, donde los cuidados no se respetan, donde vale más un traje de chaqueta que una mano en la frente de un niño con fiebre. Muy triste.

Yo soy feminista y lucho por un mundo más humano, porque mientras este mundo sea como es, mientras el capitalismo campe a sus anchas y sólo exista lo que se puede vender o comprar con dinero, no existirá igualdad para las mujeres, y eso lo sabe la feminista más básica. O debería. De hecho, en un mundo como el que sufrimos cada día, ni cabe el feminismo ni cabe nada que merezca la pena.

Así que basta ya de decirme a mí, como mujer, hasta cuándo debo dar el pecho sin poner en peligro todo el camino andado. Porque precisamente lo que estás haciendo tú con eso es desandarlo. Como mujer elijo, elijo cuidar a mi hijo, elijo salir a mi hora del trabajo, elijo no hacer horas extra, elijo una reducción de jornada, que en realidad deberíamos tener todos y todas porque los horarios de trabajo no son compatibles con una vida digna, y si los hombres no lo eligen... ellos se lo pierden. Mientras tanto yo seguiré luchando por lo que creo que ayuda al feminismo: la sensibilización en las empresas, los gobiernos progresistas que inciden en las políticas sociales, los horarios racionales, la implicación de los hombres en los cuidados, la conciliación (que no pasa por hacer millones de guarderías desde los 0 años, NO. Pasa por entender que antes de trabajadores somos seres humanos. Que no es cuestión de subir 44 €. la pensión a las mujeres con dos hijos y ya, efectivamente, pero tampoco de equiparar la baja de paternidad a la de maternidad para que los dos tengamos 16 semanas de mierda, yo tenga que separarme de mi hijo antes de que cumpla los 5 meses, se nos complique la logística de su alimentación, se quede sin la compañía de sus padres, sin sus brazos y sin su teta, y encima no podamos repartirnos nuestras bajas como mejor nos venga a nosotros como familia)... y por supuesto la promoción de la lactancia materna:

-porque ahorra dinero, mucho dinero, a las arcas del estado.

-porque es gratis.

-porque implica que grandes multinacionales pierdan parte del poder que tienen.

-porque no quiero que se rían de mí creándome necesidades inexistentes asociadas a la lactancia artificial.

-porque una mujer debe tener acceso a toda la información sobre su propio cuerpo, su propio hijo y la mejor forma de alimentarle para ella. Y eso hoy en día no se da. Y digo mujer y no hombre porque la decisión de alimentar a un bebé con lactancia materna debe ser única y exclusivamente de la mujer, porque hablamos de su cuerpo.

-porque favorece que las tetas dejen de ser consideradas únicamente un objeto de deseo sexual. Y eso ayuda a que dejemos de ser consideradas sólo imagen, sólo sexo, sólo estética.

-porque tenemos que acabar con la represión que sufren muchísimas mujeres por el simple hecho de enseñar un poco el pecho al alimentar a su hijo en un sitio público.

-porque es el mejor alimento que puede recibir un bebé, lo producimos nosotras y nos da autonomía, libertad y poder.

-porque me gusta dar el pecho a mis hijos.

-porque tengo derecho a hacerlo.

-porque quiero.


La maternidad es una de las cosas más reivindicativas que existen. El amor también. No habrá igualdad sin cuidados, no habrá igualdad sin amor. ¿Por qué no miramos más allá?

Dejadnos elegir. Y ayudadnos, no nos pongáis piedras en el camino. Las madres lo tenemos muy difícil hoy en día (y también los padres que quieren ejercer como tales, aunque menos). No digáis que pasemos por el aro. Ese no es el camino.

El camino es cambiar la sociedad, las mentes. Cambiemos las leyes, protejámonos.

Aumentemos el permiso de maternidad. A 1 año.

Consigamos que nos reserven el puesto de trabajo más tiempo.

Que el segundo año podamos coger otra baja con la mitad de sueldo.

Que el padre pueda tener la misma baja con los mismos derechos si la mujer quiere reincorporarse a su puesto.

Dejemos que la familia elija cómo quiere organizarse.

Promovamos una baja de paternidad de 1 mes. Penalicemos a las empresas con padres trabajadores que no se acogen a ella. Luchar por una baja de paternidad más larga es, con todos mis respetos a los padres, una lucha que no es la mía. Que me demuestren que la quieren. Entonces lucharemos juntos. Pero es que yo, mujer, tengo muchas cosas por las que luchar y muy poco tiempo. Y si los puntos anteriores se cumplieran, ni siquiera sería necesario.

Acabemos con el mobbing.

Tenemos ejemplos que funcionan en otros países, pero aquí unos no quieren porque son unos machistas y otros tampoco porque no quieren que se les acuse de serlo. Y los perjudicados somos todos. Y mientras tanto este mundo sigue ignorando a los niños, sigue ninguneándolos, faltándoles al respeto sin siquiera ser consciente de que lo hace. En las leyes, en las escuelas, en los bares, en los aviones, en las calles. Y así nos va.

Las mujeres tenemos la capacidad de gestar, parir y amamantar, y los hombres no. No pasa nada, no es malo ni bueno, simplemente es así y debemos adaptar nuestra sociedad y nuestras normas a esta realidad. No podemos permitir que una mujer se quede fuera del mercado laboral sólo porque quiere ser madre. ¡No podemos permitirlo! No podemos permitir que nuestros hijos se críen en guarderías desde las pocas semanas de vida mientras nosotros, sus padres y madres, no hacemos otra cosa que trabajar para la rueda del capitalismo, para tener dinero a final de mes para pagar el recibo de las 10 horas diarias de escuela infantil y la gasolina para nuestros dos coches con los que vamos a trabajar. Es tan absurdo... Racionalicemos horarios. Revaloricemos los cuidados. Pongamos por delante lo que nos hace humanos, nuestro amor, nuestra capacidad de cuidar, nuestras ganas de darnos a los demás.

Creo firmemente que un modelo de crianza respetuoso, con apego, sin prisas, nos conduce a una sociedad mucho más evolucionada, generosa, solidaria e igualitaria.

Por todo esto quiero luchar.

Soy madre, doy el pecho, cogí una excedencia y soy feminista. Siempre lo seré y siempre reivindicaré esa palabra... Aunque algunas me lo pongan un poco difícil.

Feliz maternidad.